Que levante la mano el que cree que Bali es un país. Bueno no, no lo es, el país es Indonesia, un archipiélago con mas de 17000 islas. ¿Qué otra cosa no es Bali?, a mi criterio tampoco es el lugar paradisíaco y fantasioso al que muchas personas vienen para encontrarse consigo mismas, hacer las pases con la espiritualidad que perdieron o resolver conflictos internos y profundos en una mágica isla.
Uno puede caer en la trampa marketinera de películas y libros que hacen creer que todo eso es cierto y lo único que se logra es una gran decepción, enojo con la isla y volver a casas con muchos pesos menos y los mismos conflictos con los que subiste al avión.
Las dos peores cosas que suceden con las altas expectativas fantasiosas de Bali
1-La subestimación de la Isla. Buscando tanto milagro o esperando encontrar un “ketut” (personaje de la película comer, rezar, amar) que nos de las palabras mágicas para sanar el alma, o deseando que nos lleve por delante en su jeap “Felipe” (Personaje de Javier Bardem en la misma película) quien resultará ser el amor de tu vida, dejan pasar por alto lo realmente mágico que SI tiene Bali.

Pelicula Comer, amar, rezar

Pelicula Comer, amar, rezar
Sus playas de arenas blancas y agua turquesa (no los centros de conglomeración de turistas como Kuta), los templos con historias y leyendas mágicas, su gente, siempre con una sonrisa y tan amables, las terrazas de arroz impresionantes y su sistema de subak, los volcanes, su cultura milenaria, sus danzas, sus monos, su comida, sus tantas cosas por descubrir.
2- El turismo marketinero que arruina cada lugar que toca y que junto a ciertas personas locales con necesidades y un gobierno poco regulador logran destruir un lugar milenario y místico.
Es un negocio con resultados nefastos para los locales, donde todo vale y todo es posible si se paga. Así, las playas del sur se convirtieron en el patio trasero de los australianos y salones al aire libre de fiestas de alcohol y otras cosas que solo son frecuentadas por extranjeros. Bali no es el único lugar en que sucede algo así, también tuvimos la misma impresión en algunos lugares de Tailandia.
Pero Bali sí es un paraíso lleno de gente maravillosa, que desprende paz y espiritualidad y una isla que hay que saber recorrer con respeto y curiosidad. Se dice que uno recibe lo que da y así es la isla de los Dioses, si uno la respeta y abre su mente y corazón….ella te dará lo que viniste a buscar.
La palabra Bali trae consigo imágenes increíbles aun si jamás pisaste la isla y eso es parte de la prensa a la que estamos expuestos a diario y nos bombardea por televisión, internet, cartelería, folletos, revistas, etc. La misma prensa que decide por nosotros que cosas nos deben gustar hacer y a donde debemos ir.
Nuestra tarea mas difícil es despojarnos de todo eso antes de llegar a un lugar, poner el reloj de expectativas en cero y venir limpios de todo para dejar que la isla, y cualquier otro lugar en el mundo, nos sorprenda, y de verdad que Bali lo hará.
Nosotros tuvimos suerte de ir con el objetivo claro y haber leído bastante, no queríamos “playas paradisiacas” (que si las hay) ni fiestas alocadas (que también las hay).
Bali: lo que sí es esta Isla
Bali es la llamada isla de los Dioses por sus más de 1000 templos. Basta con entrar un poco al interior, salirse del recorrido típico para encontrar algún pueblo y si tenés mucha suerte como nosotros, poder participar de una ceremonia en la fiesta del templo del lugar.
Bali es la mujer de la guest house caminando cada mañana por el parque, colocando las ofrendas en los rincones del lugar, bendiciendo cada habitación y crease o no yo me sentía bendecida, no sé si es la esencia del lugar que te transporta a una parte de uno mismo conectada con el universo espiritual, pero algo sucedía y se sentía diferente.
Bali es volver de noche por el camino oscuro y zigzagueante, con el sonido de los sapos escondidos que parecen saludar dando las buenas noches siendo parte de la simpatía balinesa.
En otra circunstancia o país sería como una película de terror donde un sapo gigantesco me salta delante y me llena de una baba asquerosa para luego devorarme. Pero en Ubud no suceden estas cosas y la mente disfruta de cada sonido amigable de la naturaleza.
Bali son sonrisas y respeto, fe y karma, espiritualidad y equilibrio. Su religión con estatuas, demonios, dioses cubiertos por un sarong a cuadros blanco y negro con rojo simbolizando lo sagrado.
Bali son sus danzas como las del Barong, sus niños aprendiéndolas en la escuela como materia obligatoria para no perder su cultura.
Bali es mucho más que lo que muestran en folletos y programas de tv. Bali es para conocerla andando, tranquilo como su gente, sonriendo como sus niños, y con el alma y la cabeza abiertas a una cultura que nos enseña.
En resumen: Bali no es un país, Bali si es una isla maravillosa y llena de riquezas para conocer y no importa cuanto turismo alocado venga por la isla, ellos siempre se quedan en los folletos.
Para conocer Bali hay que cerrar los ojos, respirar profundo y abrir el alma.
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