Nací en Coronel Suarez, el interior de la provincia de Buenos Aires y ahi viví hasta los 18 años y ahí me la pase soñando con viajar, leyendo sobre viajes, viendo fotos de lugares a los que nunca iba a llegar.
Mi papá, gran viajero bibliófilo, como me gusta llamarlo, conocía lugares que la mayoría ni siquiera sabíamos donde estaban. Se recorría el mundo leyendo y el único viaje largo que hizo en su vida fue de su Italia natal a Argentina cuando tenía 13 años, sin embargo amaba los viajes y se ve que eso llegó a mí a través de la sangre o a través de las charlas que teníamos, sobre algo que habíamos leído, visto o escuchado.
Cuando tenía 15 años en una de esas charlas viajeras, empezamos a hablar de irnos de mochileros al sur del país cuando yo terminara el secundario. Fue una charla graciosa y delirante, los dos sabíamos que era poco probable que eso ocurriera, no teníamos ni idea lo que significaba ser mochilero, pero los dos compartíamos el delirio de aventura y nos divertía viajar imaginando estas cosas. Así fuimos soñando por donde iríamos y hasta abrimos un mapa de Argentina en la mesa de la cocina para ver el recorrido.

Papá y Mamá dos fenómenos a los que le debo todo y a los que extraño todos los días.
Con los años el viaje de mochileros se fue diluyendo y transformando en otros viajes y lo que más me desvelaba, casi al punto de la obsesión, era lograr que él volviera a Italia, a la casa donde nació, a caminar por los lugares que tantas veces me había contado.
El amaba Argentina y decía que era su país porque le había dado todo lo que tenía en los 46 años que llevaba acá, pero no se olvidaba de sus raíces, en ese entonces él era el presidente de la Sociedad Italiana de la ciudad, mi casa estaba llena de banderas de Italia, libros de Italia, mi nonna que hablaba un poco y un poco, mi casa olía a Italia, mucho o todo en tenía que ver con ese país y yo no podía entender cómo era posible que él no pudiera volver a ver su país.
Tanto me obsesione que desde que me viene a vivir a la capital en el año 1997 (el año que nos íbamos a ir de mochileros) no pare de buscar la forma de lograrlo. Un día cuando internet ya estaba de moda pero yo solo lo podía usar en la facultad. Empecé a enviar mails a la región Toscana, donde había nacido mi papá, muchos mails de ida y vuelta me fueron derivando de un lado al otro y el tiempo fue pasando.
En el año 2006 logre llegar a un señor que vivía en La Plata y que llenaba solicitudes a los Toscanos que no habían vuelto a su tierra desde su llegada a la Argentina. No espere ni un minuto para tomarte un tren e ir a verlo.
Para resumirlo, hice muchos viajes, llene papeles, mucha burocracia, pero feliz de que mi viejo tal vez pudiera volver al lugar donde nació, pasaron muchos meses esperando la respuesta si lo aprobaban o no y un día llego la llamada que esperaba, mi papá había calificado y en marzo lo esperaba su viaje a Italia, faltaban muchos meses pero mejor, había mucho que preparar!.
En esos meses mi papá enfermó, pero yo sabía que él iba a ponerse bien y la fecha podía posponerse hasta que él se recuperara, los días pasaban y la realidad fue una bofetada, del viaje me olvide y solo me importaba que papá volviera a soñar conmigo, pero a pesar de la lucha que puso ya no logro recuperase y año y medio después falleció.
Pasado un tiempo y extrañándolo cada hora me dije que yo tenía que ir a Italia por él por mi y por todas las veces que la recorrimos juntos desde casa, era una promesa, no se si hacia él o a hacia mi, pero era mi motivo para seguir, iba a cumplir nuestro sueño.
Paso otra vez mucho tiempo hasta que pude empezar a ahorrar, siempre había una caja donde guardaba lo que pudiera para ese viaje y cada rincón de “mi rincón” (la habitación/escritorio) se fue llenando de guías, libros y todo lo que tuviera escrito “Italia”.
Seis años después de esa promesa al aire lo logré, y el 12 de septiembre (fecha especial, el cumple de mi mamá que contare en algún post) me tome el avión a Italia, y obviamente él me acompañó, caminó por Italia y se rio conmigo y cuando llegue a su casa lo escuche contarme la historia de su niñez, esa misma que me conto una y otra vez.
Desde ese día supe que iba a seguir viajando, como fuera y a donde fuera, iba a conocer esos lugares de nuestras charlas y de las revistas, él iba a seguir viajando conmigo y acá estoy….siempre viajando, cuando leo, cuando veo alguna foto, cuando alguien me cuenta un viaje y siempre, siempre planeando el próximo viaje!