Tuve muchas dudas sobre si ir o no al Monkey Forest. Cuando era chica tuve muchos animales y me encantaba ir a los zoológicos, pero hubo un momento en mi vida que empecé a mirar con otros ojos y a sentir mucha tristeza por esos lugares y por los animales “domésticos” como pájaros enjaulados, perros atados o a la intemperie, tortugas en cajas, etc.
Comencé por dejar de ir a lugares donde los animales no estuvieran libres y en su hábitat natural, esto no soluciona el hecho de que sigan existiendo pero al menos sentí que no iba a colaborar más con eso.
Ir al Monkey Forest me generaba dudas, no era un zoológico sino un santuario sagrado donde -se supone- la conservación del lugar es bajo el concepto de Tri Hita Karana, -muy bien explicado en esta página www.monkeyforestubud.com – pero que básicamente es las tres formas de alcanzar el bienestar espiritual y físico manteniendo una relación armoniosa entre los humanos con humanos, con su entorno y con el Dios Supremo.
Es también un área de Investigación y conservación y sobre todo un santuario. Estas cosas, aunque las mastiqué bastante, me decidieron a ir.
Si bien no me arrepiento porque el lugar es hermoso, encontré varias contradicciones que me hicieron enojar más de una vez.
Contenido
El Bosque del Monkey Forest
Son unas 10 hectáreas con caminos y senderos rodados de vegetación, arboles de más de 100 especies diferentes -también protegidos-, algunos rodeados de líquenes hermosos. Hay varios puentes y lianas colgando por todos lados, un barranco con un arroyo al que se puede acceder caminando por un mínimo sendero un poco peligroso y tres templos hindúes que son aproximadamente del año 1300, que rinden culto al Dios Shiva (Pura Dalem Agung), a la Diosa Gangga (Pura Beji) y al Dios Prajapati (Pura Prajapati).
El área en si del bosque y los templos son lugares sagrados donde se celebran las fiestas religiosas y se hacen ofrendas y oraciones.
Algo que me pareció interesante que figura en la página es lo siguiente:
“Algunos de estos árboles se consideran sagrados y se usan en diversas prácticas espirituales balinesas. Los ejemplos incluyen el Majegan, que se usa exclusivamente para la construcción de santuarios; o el Berigin, cuyas hojas se utilizan en las ceremonias de cremación.
De especial importancia es el Pule Bandak, un árbol que encarna el espíritu del bosque y se utiliza en la fabricación de máscaras poderosas. Estas mascaras solo se usan dentro del templo y los arboles no se matan para hacerlas. Se elige un día auspicioso y el sacerdote pide permiso al espíritu del árbol para cortar una pequeña pieza de su madera. El espíritu permanece así encarnado en la máscara”
Esto contrasta bastante con la interacción de los humanos visitantes para con los monos.
Los Monos
Son monos macacos, hay más de 600 en todo el parque divididos en cinco grupos de unos 100 monos cada uno entre crías, infantes, juveniles y adultos.
Es normal verlos pelear entre ellos tal y como sucede como los seres humanos, los vi pelear y dan un poco de miedo o más bien respeto pero pegan unos alaridos y se dan unos manotazos que están para el ring de boxeo y son muy cuidadosos de su territorio, algunos para llegar al rio a pegarse un chapuzón tienen que pasar por “tierras enemigas” lo cual casi que les garantiza una golpiza, mínimo un manotazo que se traduce en un “ehh!! Donde vas? este rio es mío” y así transcurren sus días.
Los alimentan los cuidadores varias veces al día y también los irrespetuosos e inconscientes turistas que pasean por el parque con bananas en mano.
Hay un hermoso cartel en la entrada donde explica en un inglés más que entendible que está prohibido alimentar a los monos por el bien del mono y del estúpido que lo alimenta. Sin embargo a unos 50 cm un simpático balines vende “bananas para los monos” y vieran la cantidad de gente que compra y las guarda en las mochilas y bolsos, decisión de la que algunos se van a arrepentir minutos después. (jijiji risa maliciosa). Siga leyendo.
También está prohibido entrar con otros alimentos y explica la especial atención que hay que tener con los objetos personales. Los monos pueden parecer muy tiernos y simpáticos, pero no lo son. Gustan de jugar con lo ajeno y parece que son una gran cofradía de simios insensibles asustadores seriales, ladrones de guante blanco y actores profesionales a la hora de mirarte fijo con carita de ternura encantadora.
Los macacos del MI6
Estos monitos son el ejemplo animal de una película de james bond. Se ubican estratégicamente; los de primera fila son los “entradores” esos de carita tierna a los que te quedas mirando mientras tu corazón se ablanda y te sale un “ahhhh mira lo que es”.
Mientras tanto otros dos -o tres- están escondidos detrás de alguno de esos árboles milenarios –cómplices-, esperando el momento indicado.
Cuando tu sensibilidad está a punto caramelo, bloqueando tu capacidad de sentido común y estás a punto de pensar que la mejor idea de todo tu viaje es acariciar al monito tierno, los mejores ejemplares del MI6 Monkey, se lanzan en lianas kilométricas, caen al lado tuyo, uno se trepa a tus pantalones, otro cae sobre tu cabeza. El de abajo te tironea, el de arriba ya te afano todo lo que tengas visible y comestible. Para cuando quieras lanzar de una patada (no lo hagas) al que estaba abrazado a tu pierna ya no va a estar y cuando mires para arriba los vas a ver a los dos sentados con tus pertenencias e incluso riéndose de tu cara.
Lo vi más de una vez y lo viví una. En el momento que estaba diciendo “ahhh que hermosura mira ese moni…AHHHH” otro precioso y ya no tan simpático macaquito me pegó un zarpazo en algún lugar que todavía trato de descifrar y se llevó una botella de agua y un paquete de pañuelos que sabrá el Dios de los monos para que le sirvió.
Si una botella de agua y un paquetito de pañuelos descartables fueron a parar a lo alto de un árbol milenario junto con un macaco que se me colgó de la riñonera mientras yo miraba una madre con una cría de mellizos, imaginen lo bien que la pasan los que compraron las bananas en la entrada (jijiji).
Verlo fue hasta gracioso. Un (ponga el adjetivo que quiera sinónimo de pelotudo pero que no ofenda) al que un macaquito divino le salto de la nada misma y despues de revolverle bien los pelos de la cabeza y dejarlo gritar un rato, le afano la mochila entera con un kilo de bananas dentro.
En el fondo pensé “bien hecho, ahora anda a buscar tu mochila a la punta del cipres y trata de sacársela al mono”, no de maldad, o bueno un poco sí, pero más de bronca.
Las contradicciones del Monkey Forest
La gente no entiende que no se los debe alimentar y más bronca me da aún el que lo hace de gracioso, transgrediendo las reglas porque puede. Y aquí la responsabilidad del parque, si bien se supone que hay algunas personas que te llaman la atención si interactuás con algún mono, yo no vi ninguna y si vi muchas, muchas personas dándoles de comer, algunos sacándose fotos cuando se le suben a la cabeza.
Nada de multas, nada de cumplir las reglas y aquí es donde me pregunto qué tan conservacionista es este parque que permite estas cosas. Incluso en su página web dice “Si desea interactuar o alimentar al mono, hágalo con cuidado. Si le está dando plátanos o comida al mono y se acercaron para tomarlo, no intente nunca retirarlo”. Creo que la contradicción es más que clara. Está prohibido ingresar con plátanos pero si de casualidad tiene uno tenga cuidado.
Fuera de eso y si uno respeta y trata de alejarse de esos irrespetuosos (por no escribir algunos adjetivos argentinos que se me traban en la garganta) el parque es precioso, la mayoría de los monos son amables, caminan por tu lado, se bañan, comen, hacen la suya como si no estuvieras ahí y si están aburridos y te ven, lo máximo que puede pasar es que te manoteen algo.
Si llevas cámara y celular tenelo bien fuerte porque de verdad no vuelve aunque llames al mismísimo Rey de Indonesia (que no existe).
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