No se si fueron las ofrendas en la puerta de la habitación o el milagro de los psicofármacos dirán algunos. A pesar de mi resistencia a tomar medicamentos tengo que decir que fueron una maravilla de la ciencia y me levante renovada, no estaba al 100% pero podía moverme, hablar, articular mis dedos sin dolor y por supuesto pude tomarme el desayuno que igual aunque no hubiera tenido deditos disponibles me las hubiera rebuscado.
Pepe pudo disfrutar de darse un chapuzón en la pileta solo y con el sonido de la mañana mientras la señora Wayne llevaba las ofrendas por todo el lugar.
Hoy hubiese sido día libre para caminar y recorrer por nuestra cuenta, perdernos por Ubud, pero como el día de ayer no pudimos hacer nada y nos habían quedado varias cosas por ver que no se podían hacer caminando queríamos ver la posibilidad de contratar otro guía porque Suenden estaba ocupado.
Fuimos a hablar con los chicos del hotel que con toda la onda que tienen nos dijeron que tenían un guía y como nos cobraba lo mismo que Suenden dijimos que sí
Cuando llego la camioneta nos empezamos a reír, el guía era Komang, el mismo que nos había ido a buscar al aeropuerto y que tan bien nos había caído. El único inconveniente era que solo hablaba inglés y ya les conté de nuestra divertida conversación en indoinglés y spanglish el día de llegada pero con toda la buena voluntad y la simpatía de Komang seguro nos íbamos a arreglar bien.
Al primer lugar que nos llevo y siempre preguntándonos si queríamos, si estábamos de acuerdo o si queríamos ir a otro lugar fue a Pura Taman Ayun, un templo real rodado de jardines y canales de agua. A esta altura ya nos habíamos dado cuenta del esfuerzo que hacíamos ambos por entendernos y que muchas cosas me iba a perder de entender pero Komang era tan amable, con su hablar suave y su sonrisa contagiosa que no importaba.
Pasamos por una plantación de café, que me di cuenta mas tarde viendo las fotos que Komang tenía puesto una remera de ese lugar, es muy probable que le dieran un porcentaje por llevar a los turistas y lo merecía.
Para nuestra sorpresa no se cobraba nada en la entrada, una chica muy amable y seria nos llevo a recorrer las plantaciones y nos mostró como se hace el kopi luwak, el café mas caro del mundo.
Luego de esta experiencia íbamos a Jatilowih, una de las terrazas de arroz mas famosas de Bali, el día estaba lindo pero había unas nubes amenazantes. El camino es maravilloso no solo por los paisajes que se ven sino porque pasa de pueblo en pueblo y puede verse como una película la vida cotidiana de los Balineses tierra adentro, lejos del turismo de Ubud, Kuta o Denpasar.
En un momento entramos en una calle “vestida” decía yo, decorada con unos palos altos y curvados que Komang me dijo que se llamaban “Panjor” y son adornos que se colocan los dias de fiesta del templo del pueblo.
Mucha gente vestida como de fiesta y con ofrendas caminaba por la calle. Nos explicó que estaban yendo al templo, al festejo. Los ojos se me iluminaron con la idea de ver una ceremonia, era un pueblito en medio de la isla, le pregunte si era posible estar presente y me dijo que si, que no había problema.
Estacionó la camioneta, habló con una persona en la puerta del templo y nos dijo que podíamos pasar pero que teníamos que ponernos un sarong (una especie de pareo que cubre las piernas) por respeto a los Dioses del templo. Yo tenia un pareo que venia usando como sarong, pero Pepe no asi que fueron con Komang a comprar uno a una tienda y cuando lo vi a Pepe venir con una cara de felicidad por tener su sarong me dije estamos donde tenemos que estar.
Entramos al templo con mucha cautela, queríamos pasar desapercibidos para no molestar o no interrumpir un acto sagrado, pero la realidad que dos Argentinos con sombrero, ridículmente vestidos, cámaras, mochilas y sarong eran lo mas vistoso del lugar.
De todas maneras la ceremonia era también una fiesta y me permitieron sacar fotos libremente. Algunos me pedían que les saque, una señora mayor que me vió sacarle una foto a un muchacho con su hijo, vino a pedirme con señas que le sacara a ella también!.
Dentro del templo había una radio donde se anunciaban las actividades del día y de los días siguientes. Las ceremonias son de varios día. La gene de la radio también estaban encantados de que les sacáramos fotos.
En la parte mas sagrada del templo las bendiciones y ofrendas son emocionantes, el lugar te rodea de una mística que entra por todos los sentidos, los olores a inciensos, los vistosos colores de las vestimentas, la sonrisa de la gente, todo te envuelve en esa atmósfera sagrada, tan propia, sin un solo turista (salvo nosotros), sin un negocio de por medio, sin sentirse perseguido.
Me sentí tan agradecida de poder estar ahí, estuvimos hasta el final y al salir pensé que deberíamos haber hecho esto desde un principio, contratar a un guía que nos llevara a los lugares donde no van los turistas, a conocer Bali tierra adentro, pero bueno, la realidad es que hay muchos templos maravillosos que no vale la pena perderse solo por estar saturados de gente.
Al salir caminamos un poco por la calle y sus puestos callejeros festivos mientras esperábamos a Komang. Lo vimos de lejos que venia caminando con algo en la mano. Nos había comprado unos dulces típicos llamados “Klepon Cake”, unas bolitas de masa de arroz con azúcar y coco envueltas en hoja de palma, muy muy dulces, un encanto este Komang.
Seguimos viaje para Jatiluwih, las terrazas de arroz mas famosas de Bali, que significan “realmente maravilloso” (Jati=realmente y Luwih=maravillosos), están en Tabanan. Son unas 600 hectáreas de campo de arroz a 800 metros sobre el nivel del mar. Por desgracia en el camino nos fueron acompañando nubarrones que anunciaban una lluvia en breve. Como nos habían dicho que en Bali el tiempo cambia rápidamente me quise imaginar que solo eran nubes pasajeras, pero no.
Llegamos a las terrazas con una lluvia torrencial que casi no dejaba ver nada, me baje en un mirador con la ayuda de Komang que me sostenía un paraguas para poder sacar alguna foto. La realidad es que no se podía apreciar nada de lo que uno ve en esas fotos de Bali, una lástima.
Ya era la hora de almorzar así. Komang nos llevó a esos restaurantes que ya sabíamos que se comía mal pero no había mucha opción a pesar de que él nos preguntó varias veces. Insistimos mucho en que comiera con nosotros pero no quiso, ellos comen abajo en otro sector donde les daban gratis la comida y se ve que no esta bien visto que los guías coman con sus clientes ya que todos estaban abajo.
Efectivamente la comida del lugar era muy mala y muy cara, sumado a que como llegamos medio tarde ya no quedaba casi nada. No paraba de llover y la calle se estaba inundando, ya me imaginaba que íbamos a pasar la noche en ese lugar, pero Komang vino al rescate y nos buscó con un paraguas para llevarnos hasta la camioneta.
Afortunadamente pudimos salir antes que la calle se convirtiera en un río. Me quedé con las ganas de ver las terrazas a pleno sol o al menos verlas porque la cortina de lluvia no lo permitía, será que tengo que volver a Bali algún otro día.
Camino a Tanah Lot nos detuvimos en un parque de mariposas (Taman Kupu Kupu) y ya que era temprano para llegar al atardecer en el mar decidimos entrar. Un lugar interesante pero no imperdible. Esta en Tabanan en la aldea de Wanasari, es una reserva de mariposas y otros insectos en general.
Se inauguro en 1993 y la ubicación no es casual, esta en una altitud adecuada para que las especies puedan vivir y reproducirse de manera natural. Hay unas 15 especies de mariposas y un museo con insectos disecados que dan un poco de impresión.
En el parque se pueden ver algunas especies un tanto extrañas como el insecto palo, un divertido bicho que se mimetiza con el árbol y parece una rama, tanto que por momentos cuesta distinguirlo, también hay escarabajos, escorpiones y varias especies en extinción.
Sin duda lo mas interesante del parque es poder observar el ciclo de vida de la mariposa. En una pequeña habitación circular en el centro del parque se pueden ver los capullos, larvas, huevos y mariposas recién nacidas que como aun no saben volar te las colocan en el cuerpo y se quedan muy tranquilas aleteando, sin tener tiempo a decir nada tenia en mi brazo una mariposa y dos y tres y perdí la cuenta.
Una chica con voz muy suave y muy amable nos explicaba el ciclo de vida y que por la tardecita esas mariposas que habían nacido por la mañana son liberadas en el parque cuando ya pueden volar y que viven aproximadamente una semana, mientras las iba colocando en nuestros brazos pensaba que es una sensación única aunque otra vez me pregunto cuanto llega a molestar esto a las pobres mariposas y otra vez me pareció que este lugar estaba hecho mas para el turista que para la investigación.
Llegamos a Tanah Lot y Komang se quedó afuera, nos dijo que nos quedáramos todo el tiempo que quisiéramos, que él nos iba a estar esperando.
Entramos al predio del templo, un lugar precioso, caminamos por la playa que al estar la marea baja se puede acceder a la roca donde se encuentra el templo.
Había mucha gente pero menos de la que yo esperaba, como buenos “turistas” hicimos el ritual de tomar agua de la cascada que esta dentro de la roca y recibimos nuestra bendición con los granos de arroz en la frente y la flor, tal vez si lo viera desde mi casa pensaría que es una tontería y me reiría, pero estando ahí todo se convierte en algo mágico, incluso cuando por una pequeña ofrenda monetaria te dejan “subir” al templo y esto significa cinco escalones, literalmente!!.
No esta permitido subir al templo y claro que la ofrenda no es una obligación, esos cinco escalones pueden subirse igual y no hay ninguna diferencia. Nos reímos un rato y nos sacamos un par de fotos como si hubiéramos llegado a la cumbre del Everest.
Para ver el atardecer luego de caminar un rato por la playa subimos a los paradores tan perfectamente ideados para los turistas, con hermosas vistas, riquísimos jugos y precios elevados. Pero el atardecer en el mar, detrás del tan místico Tanah Lot, no tiene precio, aun si esta nublado.
Cuando salimos ya era de noche y Komang nos estaba esperando con su sonrisa como si no estuviera cansado. El viaje de vuelta fue largo o eso me pareció, porque dormí una siesta reparadora. Llegamos al hotel y ni siquiera recuerdo como fue que nos dormimos, un día largo pero lleno de sueños cumplidos.
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