Ya sea que viajes a Tailandia, Rusia o Nueva York habrá un momento en el viaje en el que un olor te lleve a algún lugar. Puede que pases por una cafetería y digas “que rico olor a café”, que entres a un restaurante y vuelvas a tu infancia o que te sorprendas preguntando “que es ese olor?”
Los olores y sabores son parte de los suvenires intangibles que nos traemos de los viajes, olores que tal vez vuelvan en algún momento de la vida y nos transporten de nuevo a ese lugar, olores que nos emocionan que nos hacen reír que nos tren recuerdos y a veces también alguna lágrima.
Los olores y sabores son intransferibles, jamás podrás hacerle sentir a alguien un olor o un sabor que nunca sintió. Podés describirlo, encontrar alguna similitud con algo que conozca, pero nunca será igual a tu experiencia.
En todos los países los olores y los sabores son parte de la cultura, pero en algunos, tal vez por ser muy diferentes a lo que estamos acostumbrados, nos llaman tanto la atención como un gran templo o un paisaje increíble.

Comidas del SEA
En los viajes los sentidos se potencian, Pepe por ejemplo se pasa todo el tiempo diciendo que no tiene olfato pero cada viaje que hacemos se convierte en un sabueso calificado olfateando cada aroma que sobrevuela el lugar.
El Sudeste Asiático en particular está lleno de olores y sabores diferentes a los que conocemos y eso hace que ejercitemos la mucosa olfativa más de lo normal.
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El olor a la pestilencia y el Durian
Si andas por el Sudeste Asiático, uno de los olores que te vas a llevar hasta el día de tu muerte y que de verdad es indescriptible es el del “Durian”.
Cuando uno habla de frutas lo primero que se le viene a la cabeza y a nuestras narices es un sabor dulce o ácido, un olor agradable y suave. El durian es una fruta, pero lejos esta de hacer reír a nuestros sentidos.
Tanto en Indonesia como en Tailandia (entre otros países) hay carteles en los locales, hoteles y transportes públicos con el dibujo de un durian tachado y la leyenda “Prohibido ingresar con durian”.

Durian
A los occidentales nos parecería extraño encontrar un cartel en un local que dijera prohibido ingresar con manzanas, esto puede darles una idea de lo pestilente que puede ser el olor a esta fruta y no estoy exagerando.
Es muy difícil describir el aroma, y la palabra pestilente no le hace justicia. Algunas personas creativas trataron de describirle al mundo su experiencia diciendo que el olor era similar a “Caca de chancho, aguarrás y cebolla condimentado con una media después del gimnasio”, “olor a pata y a chivo” , “animal muerto” y otras tantas. La realidad es que no tiene descripción.
Se gano el mote de la fruta más apestosa del mundo y para ser sincera no puedo decir que su sabor sea igual que su olor porque no pude ni siquiera tocarla por más intentos que tuve.
El aroma se huele desde muchos metros y si llevas aunque sea un pedacito a un lugar cerrado tardaran horas o día en sacar el olor, de ahí que este prohibido entrarlo en ciertos lugares.

Durian por dentro
De vista es como una sandia con unos pinches que ya te advierten “No me toques o tendrán que amputarte la mano para sacar el olor” pero por dentro tiene como gajos grandes amarillos o anaranjados que si no fuera por su olor uno no duraría en probar y que los valientes que lo probaron dicen que no sabe tan mal como huele.
Consejo: NO LO TOQUES, y si querés probarlo, lo cual seria lo mas recomendable para una experiencia extrasensorial, pinchalo con un tenedor o con una servilleta.
Olor a ofrendas
Los olores y sabores del sudeste asiático son algo que vas a llevar en la memoria. Si caminas por las calles temprano en la mañana o si te estas alojando en algún hotel familiar o casa de familia lo primero que vas a notar es un olor a incienso mezclado con hierbas y flores.
Cada mañana al levantarnos en Bali veíamos a Wayne colocar las ofrendas en los rincones del parque y en la puerta de las habitaciones. Todavía puedo olerlo.
El canang, esa cesta de hojas de palma, coco o plátano entrelazadas que forman una canastita rellena de algunos alimentos, hierbas, flores y un humeante incienso que llena el lugar de ese aroma tan particular, están por todas partes como ángeles guardianes.

Ofrendas con flores
Si vas caminando por la calle ese olor te va invadiendo paso a paso, vas viendo las canastitas en el piso, en las puertas o ventanas de los locales. Son las ofrendas a los Dioses, se hacen varias veces al día para agradecer y pueden ser barridas una vez que el incienso se apaga dando señal de que la ofrenda vuelve a ser un objeto terrenal.

Flores para ofrendas
Consejo: Mira siempre hacia abajo al caminar y si las ves humeantes no las pises porque todavía son una ofrenda. Y observalas porque cada una tiene una disposición de sus elementos de acuerdo al Dios al que se le este ofrendando. Son preciosas y llevan un gran trabajo.
Olor a humo
Cómo ya les conté con el durian, no todos los olores y sabores del sudeste asiático son agradables. Este olor a humo se da en particular en las calles de las ciudades grandes, en los centros de Bangkok, en la calle principal de Ubud, etc.
Uno de los transportes mas importante en las ciudades del Sudeste Asiático es la moto. Van de a miles, serpentean entre una gran cantidad de automóviles que en las calles mas transitadas de la ciudad pueden generar una nube de humo de gasoil que te hará olvidar la sensación de bienestar, paz y aire puro que se asocian a Bali y algunos lugares de Tailandia.

El smog y el olor a humo
No es un olor desconocido, todos los que vivimos en una ciudad capital lo llevamos impregnado y en algunos casos es el olor mismo de la ciudad.
En Bali por ejemplo podes pasar en 10 minutos de estar en un arrozal escuchando pájaros y oliendo a flores y ofrendas a encontrarte con una aglomeración de coches y motos escupiendo gasolina en la calle principal.
Ese olor es también parte del Sudeste asiático.
El olor a sate, las brochettes del sudeste asiático
Todos tenemos dentro nuestro ese olor a salsa, pastas, asado etc. que nos transporta a la infancia, al domingo cuando la nonna cocinaba los tallarines o el tío prendía el fuego temprano para el asado. El olor a la comida es el mas común en el transporte en el tiempo.

Sate con acompañamiento
En el sudeste asiático el olor a comida en las calles es casi el aroma típico de ciertas ciudades como Bangkok. Cientos de puestos callejeros visitados por una multitud de locales y otros tantos extranjeros que no se quieren perder la fama de sus sabores.
El sate es lo mas típico que se ve, una especie de brochette con un aroma particular, el olor a sate, claro.
El Frangipani….el olor que me llevo
La primera vez que sentí ese olor fue en el Aeropuerto de Bali, pensé que era un perfume del freeshop o de alguien, mire para todos lados buscando alguna señal.
Se sabe que mi olfato tiene un coeficiente olfativo (si esto existe) de 11 sobre 10 y puedo oler cosas que un ser humano normal no huele y no me jacto de ello, suele ser bastante molesto y hasta me descompongo porque no todos los olores son agradables y mi nariz no discrimina.
Para decirlo de manera cursi este olor me llenaba el alma, seguramente algún psicólogo descubriría que mi madre tenia una frangipani que mágicamente había estado en el living de casa mientras me acunaba para dormir o alguna historia por el estilo que diera respuesta a porque ese aroma me emociona.
Cuando llegamos a la guest house donde nos alojábamos era de noche y recorriendo el camino de entrada volvió a llegarme este olor que Pepe no entendía, para él no había ningún olor especial y esto es bastante común dado que el universo me doto a mi de todo el olfato que le falta a él.
El aroma parecía estar en al aire de Bali. A la mañana siguiente después del desayuno, como un sabueso buscando su hueso escondido abrí mis fosas nasales y me puse a caminar por el parque de la casa buscando ese olor hasta que di con el.
Ahí, en una planta había cientos de flores blancas con centro suave y amarillo, desprendían ese olor increíble. Nunca fui muy amante del olor de las flores (salvo tal vez los jazmines) pero había algo en esta flor.

la hermosa frangipani
Con señas pregunte a uno de los chicos de la casa si podía tomar una flor del árbol y me la lleve al cuarto. Una sola flor perfumaba todo el ambiente, no podía dejar de olerla.
Pepe supo de que hablaba al olerla directamente. La frangipani nos siguió por todo el sudeste asiático. En Siem Reap, Camboya, las colocaban en un platito en la habitación y en Tailandia también estaban aunque en menor medida.
De haber podido me hubiera traído unas semillas para plantarlas en casa y que todos pudieran disfrutar de este olor. De los olores y sabores del sudeste asiático, el aroma del frangipani es el que mas me llevo dentro mío y cada tanto cuando pienso en Bali me vuelve a rodear.
Los olores son muy personales, seguramente otros que viajaron por el Sudeste Asiático se hayan traído otros aromas. Tiene que ver con la historia de cada uno, con la suma de olores en nuestras vidas, con los buenos y malos recuerdos. Pero lo cierto es que todo aquel que viaja, en algún momento se transporta en el tiempo con un olor.
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