Que hacer el primer día en La Habana
Todo parecía un caos maravilloso, cuando el taxi nos dejó en la puerta del hotel ya quería salir a caminar por la ciudad, todo me llamaba, el calor que me encanta, los autos antiguos que hacen de La Habana un museo al aire libre, el acento cubano que más que tonada es un canto.
El hotel era impresionante, habíamos conseguido una promoción por temporada baja o algo así y era demasiado para nosotros, no reniego de los hoteles cinco estrellas ni de los lujos, me gusta cuando me los puedo dar, pero acá en Cuba la cosa es diferente y nos generó muchas contradicciones de las que hablo en este otro post. De todas maneras el día que vuelva a la Isla (que estoy segura así será) no pensaría dos veces en alojarme en casas de familia. Antes de venir había leído sobre las casas de familia que alojan gente y no me asesore lo suficiente, lamentablemente!, creo que hubiera sido maravilloso ver cuba desde adentro, contada por su gente.
Dejamos las valijas en la habitación que tenía el tamaño de mi casa, nunca había estado un hotel de este estilo, lo más lujoso a lo que accedí en mi vida fue un tres estrellas en Mar del Plata. Aún así yo lo único que quería era estar en las calles de La Habana, así que no estuvimos ni dos minutos, nos cambiamos porque hacia bastante calor y salimos mapa en mano.
Ni bien cruzamos la calle estábamos en la Plaza Parque Central, donde esta la primera estatua de José Martí de 1905 que reemplazó la de la reina Isabel II al finalizar la dominación española. Se ve que es un lugar de encuentro, mires donde mires hay grupitos de cubanos charlando y por alguna razón te entran ganas de bailar.
En el trayecto de la puerta del hotel a sacarnos una foto con la estatua de Martí recibimos unas veinte ofertas, tuc tuc guías que nos quisieron llevar hasta los confines de La Habana, vendedores del mejor tabaco cubano a un precio “baratísimo”, etc.
Cruzamos la calle para caminar por la peatonal mas famosa de la ciudad, la calle Obispo y ahí si empezamos a sentir de cerca, de muy cerca, a los famosos “jineteros”, estas personas, hombres en general, lo primero que hacen es preguntarte de donde sos, o si escucharon como hablás enseguida vienen al ataque con un “Argentina!, Che!” seguido de un beso en algún tatuaje del Che Guevara el que lo tuviera, o una seguidilla sin repetir y sin soplar del estilo “Argentina!, Che Guevara! Maradona!, Messi!” y claro que no era solo una bienvenida amable al estilo cubano sino que venia seguido inmediatamente de una extensa explicación sobre que “solo por hoy” era el día en que se les permitía a las cooperativas de tabaco vender los habanos a precio “increíble” pero que para eso necesitabas ir si o si con un cubano.
La cooperativa siempre estaba a una cuadra, con esta historia te pueden seguir dos cuadras enteras, no importa cuantas veces les digas que no querés, que no fumas, que no estas interesado, no hay ningún argumento válido, a todo esto uno se pierde de mirar cosas, charlar en la intimidad con tu compañero, cuando se da por vencido, como si fuera una carrera de postas otro aparece con un argumento similar y es realmente insoportable.
En un momento decidimos tratar de hablar en ingles porque parecía que tenían predilección por los argentinos, pronto nos dimos cuenta que no, los argentinos no éramos tan especiales y que no importaba, sabían perfecto ingles y la historieta la misma, a esta altura ya no me daba tanta gracia como al principio y estaba empezando a fastidiarme.
A penas hicimos unas cuadras, vimos una casa de cambio, las llamadas cadecas con una larga cola para cambiar dinero, pero no teníamos mas que lo poquito que habíamos cambiado en el aeropuerto así que decidimos hacer la fila y respirar un rato del calor y de los jineteros.
Unos cuantos minutos mas tarde no sabíamos si seguir por la peatonal o cambiar de ruta, si los jineteros iban a estar por todo cuba iba a ser un viaje un tanto complicado así que se me ocurrió la maravillosa idea de hablar un idioma que ellos no entendieran, algo así como un polaco mezclado con ucraniano con un toque de griego, claro que no hablo ninguno de esos idiomas pero lo mas probable era que ellos tampoco asi que la idea era que cuando uno se acercaba empezáramos a hablar en algo inventado del estilo “Kranis, fleksni levetnami urknes, nukzihj mitrz flowkn”, mirándonos y haciendo entonaciones y con el dedito diciéndoles que no casi sin mirarlos. Esto solo sirvió para que nos largáramos a reír a carcajadas en la tercera frase y sabíamos que era imposible mantener esto cada vez que alguien se nos acercaba, así que de ahí en mas decidimos simplemente ignorarlos, un «no» y nada mas.
A la Plaza de la Revolución en Tuc Tuc: algo que hacer en La Habana
Decidimos volver a la puerta del hotel y tomar un tuc tuc para la plaza de la Revolución. En el hotel un muchacho nos había ofrecido llamar a un conocido que tenia tuc tuc para que nos llevara a dar una vuelta por la ciudad, le habíamos dicho que no porque pensábamos caminar.
Había leído que los tuc tuc te engañaban con los valores que te cobraban de mas o te daban muchas vueltas, pero ya sabía que desde le habana vieja hasta la plaza de la revolución no debían cobrarme mas de 5 cuc.
Ni bien nos paramos vino el muchacho del hotel y nos dijo si llamaba a su conocido y como era del hotel pensamos que era confiable así que le dijimos que si pero que solo íbamos hasta la Plaza de la Revolución, que no daríamos vueltas por la ciudad. No pasaron ni dos minutos que el tuc tuc estaba ahí esperándonos. Divertido? Sí, seguro?, de ninguna manera!, ya habíamos visto como manejaban en La habana, pero el tuc tuc es otra historia, el muchacho en cuestión era Schumacher en una ferrari con forma de coco.
Yo intentaba sacar fotos y Pepe trataba de mantenerme dentro del tuc tuc en cada salto. De a poco el paisaje se empezó a volver un poco diferente y ya no se veían turistas pero nada parecía peligroso, estaba pasando por barrios de la ciudad y a mi realmente me gustaba mucho mas, me hubiera gustado parar y caminar por esas calles donde se veía que era la gente real que vivía ahí, todos por las calles, parados en las veredas, vendiendo frutas, con baldes de agua, colgando ropa, ahí estaba La Habana que yo quería ver.
Tanto me entusiasmo observar estas cosas que no me di cuenta del tiempo hasta que Pepe me preguntó, «no estamos tardando mucho?» Y si, era verdad, llevábamos mas de cuarenta minutos en el tuc tuc lo cual era mucho y más a la velocidad a la que manejaba este muchacho!.
En un momento se detiene en medio de la calle y una chica con un nene chiquito se acerca, él le da algo, los saluda y seguimos camino. Nosotros nos miramos un poco extrañados y yo imagine que había pasado por su casa que quedaría de camino para dejarle algo a su mujer y su hijo, me gusta imaginar historias.
Un rato mas de paseo y llegamos a la plaza. Aquí el inconveniente que en algún momento del camino imagine que podía suceder, sucedió, el amable amigo de uno de los conserjes del hotel nos quería cobrar 10 cuc, el doble de lo que se suponía que salía! claramente nos había dado un paseo por la ciudad profunda y decía que el camino era largo, Pepe le dijo que el conserje nos había dicho que eran 5 cuc, se los dio y seguimos caminando para la plaza, mucho no le gusto pero tampoco siguió protestando con lo que nos dimos cuenta que estábamos en lo cierto.
Contrario a lo que pensamos la plaza estaba vacía, no había casi gente y era enorme, es una de las plazas públicas mas grandes del mundo. Lo primero que uno ve son la imagen del Che en el edificio Ministerio de Interior y la de Camilo Cienfuegos en el de Telecomunicaciones.
En el lado norte se encuentra el memorial a Jose Martí donde hay una recopilación de textos de sus poemas y su vida personal. Tiene forma de estrella y hay cinco salas donde se expone la vida de Martí y hay exposiciones. Se puede subir a lo alto de la torre para ver la habana desde el punto mas alto de la ciudad. Por desgracia para nosotros estaba cerrado, era viernes santo, así que nos quedará pendiente para el próximo viaje.
Nos quedamos un rato mas observando la plaza e imaginando la cantidad de veces que se lleno de gente durante la Revolución o en los congresos del Partido Comunista. Como no teníamos un plan B decidimos caminar un poco por una de las avenidas y tomarnos el bus turístico que por 5 cuc te lleva por toda la ciudad y te subís y bajas cuando querés. Hay tres recorridos diferentes que te muestran los lugares mas turísticos de la ciudad, el boleto dura un día y en ese día podes usarlo cuanto quieras.
No había nadie caminando por la Avenida, solo algún que otro cubano, después de la multitud de gente en la Habana vieja y los jineteros molestos era un placer enorme caminar por esas calles, el día estaba muy caluroso y no habíamos llevado agua. Encontramos la parada del bus, esperamos un buen rato, que probablemente fueran unos diez minutos y para mi eso es ya era una perdida de tiempo irrecuperable, así que decidimos caminar un poco mas para buscar algún lugar donde comprar agua.
En la Habana no hay quioscos por todos lados como estamos acostumbrados en Buenos Aires o en otros lugares del mundo y es de verdad muy difícil encontrar algún lugar donde comprar algo. De repente encontramos una estación de colectivos, entramos suponiendo que algo debería haber adentro y por suerte había una especie de quiosco donde vendían agua, algunas gaseosa y poca cosa mas. Ante la mirada sorprendida de todos los que estaban ahí, se ve que no llegan muchos turistas a esa parte, compramos un agua grande y decidimos volver a la plaza de la Revolución a tomar un tuc tuc para volver hasta la zona de la Habana Vieja, que parecía ser el lugar de la ciudad que no festejaba el viernes santo y todo estaba abierto. Esta vez el tuc tuc nos llevo en unos 15 minutos o menos y nos cobro 8 cuc, argumentando que la vuelta era mas larga que la ida, cosas extrañas que pasan en la habana!
Le pedimos que nos deje en la plaza y cruzamos para ver el capitolio, inspirado en el de Estados Unidos pero un metro mas alto, un metro mas ancho y un metro mas largo, no es una paradoja que sea una replica del de Estados Unidos ya que quien lo mandó a construir fue Gerardo Machado en el año 1926 y con el apoyo de ese país. Fue usado como sede del Congreso Cubano pero desde la revolución en 1959 es la Academia Cubana de las Ciencias y la Biblioteca Nacional de Ciencia y Tecnología. Justo cuando nosotros fuimos lo estaban reconstruyendo y no pudimos entrar pero ya por fuera es un edificio precioso hecho en piedra caliza y en el interior debajo de la cúpula alberga un diamante de 25 kilates.
En la siguiente esquina encontramos el Gran Teatro de la Habana, también un edificio imponente, sede del Ballet Nacional de Cuba y de la Opera. Nos quedamos un rato mirando los tallados y el detalle de su fachada pero decidimos no entrar y seguimos caminando, no teníamos un itinerario pero si sabíamos que queríamos mirar la vida del cubano y nos quedamos ahí sentados un rato viéndola pasar.
Un grupo de chicos adolescentes se entretenían mirando como un fotógrafo le hacia un book de 15 años a una preciosa cubana con un llamativo vestido rojo en medio de la ciudad, unos ancianos charlaban entretenidos en la plaza como discutiendo sobre algún tema importante, nos quedamos un tiempo sentados y después volvimos al hotel, comimos un sandwich con unas bebidas en el hall que es precioso mientras escuchábamos música cubana en vivo y ya agotados decidimos subir a la habitación a bañarnos para salir a cenar. La ducha fue maravillosa! Pero cuando salí del baño Pepe ya estaba en su quinto sueño y me pareció una excelente idea acompañarlo, así que la cena quedó para otro día.
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